20 agosto 2011

JMJ: contra el sudor de la fe, ni Rexona

Es como estar en una proyección continuada de "La invasión de los zombis creyentes" y que no te permitan salir del cine, ni apaguen por dos segundos el proyector. Lo peor es que esta peli/pesadilla apesta en su sentido más literal: no hay Rexona ni nariz tapada que pueda con tanto sudor de fe acumulado por el gentío durante estos días de éxtasis, carencia de duchas y un sol abrasador. Están en los parques, en la calle, en el metro, en el McDonalds, en el Telepizza, en las tiendas, en las iglesias... y a toda hora en la televisión. Con la excusa de la Jornada Mundial de la Juventud, estas hordas de creyentes (también creídos) invaden la ciudad y tratan de congraciarse con todos los que los pecadores que los sufrimos, mirándonos y sonriéndonos misericordiosos como diciendo: "Somos vírgenes, el onanismo no está bien pero qué se le va a hacé, quizá aquí consigamos a alguien para casarnos y no recurrir a los condones. Pero somos buena gente. Lo nuestro no es pensar sino creer y, como dice Ratzinger (¿quién pagará los Prada rojos que lleva en sus pies? ¿Anthony  Queen llevaba algo así en Las sandalias del Pescador?... ¿No era el Diablo el que vestía de Prada?), no nos avergonzaremos del Señor porque Él no tiene la culpa de que seamos así". ¡Si Jesús asomara la cabeza! Madrid ha sido colonizada por una troupe internacional de fieles a un equipo religioso de éxito, cuya nueva campaña de marketing, para contrarrestar la falta de actualización de su credo, es ir de perseguidos y discriminados. Me pregunto cómo estos cándidos jóvenes y no tan jóvenes se pueden poner tan felices de ver a alguien con la cara de Benedicto XVI y son muchos los católicos a los que he oido decir que el Papa tiene la cara del Diablo (para mí que se ha hecho un peeling, la piel se le ve menos arrugadita). Yo, de encontrármelo por la noche en un callejón oscuro, con esa cara de malísimo de película, soltaría en plan póstumo un "¡Córcholis!" antes de morir infartada por el suzto.  No me considero ni sociable ni buen anfitriona, pero si esta gente respetara lo de “Vive y deja vivir”, me daría igual que estuvieran de jornada tras jornada el resto de sus vidas (pagándoselas ellos, of course). Pero son molestos porque se empeñan en no pasar desapercibidos haciendo ruido por las calles de la ciudad, cantando las típicas canciones de los canales de tele oración que nadie sintoniza, al son de lamentables guitarras, cuando no dando palmas. El silencio es salud. Para ellos el tema es no dar tregua. Y para que nadie caiga en el error de confundirles, aunque probablemente carezcan de personalidad diferenciable, utilizan las banderas de sus respectivos países a modo de capas de superhéroes, un complemento ideal para los casi 40 grados a la sombra en la capital de España. También dictan tendencia de moda: faldas largas para ellos y superminis (o inexistentes) para ellas (las unas camuflan lo que no hay que ver por la íntima alegría que les provoca ver lo nada que camuflan las otras). Mención aparte merece el look de sus múltiples guías ¿espirituales?, es la Pasarela Cibeles de sotanas (Zara podría preparar una colección para la próxima temporada): marrones, negras, blancas, de algodón, de arpillera... A juego con abanicos, gorros y sombreros variados y gafas de sol, mientras más ridículas mejor. Algunos parecen competir con los personajes de Priscilla, reina del desierto o los bailarines de Locomia, pero es pura casualidad dado que la mayoría se declara abiertamente homófoba. Obviando la cuestión de que no comparto el mensaje de Fe de esta gente (ni la de muchas otras) y  del derroche económico que supone para Madrid y España esta patochada de "interés social”,  me pregunto cuál excusa pondrán las Instituciones y los sponsors cuando los jóvenes islámicos, los hinduistas de Krishna, los judíos y los agnósticos, entre la infinidad de otros con el mismo derecho que los católicos, quieran organizar en nuestro país encuentros mundiales de sus respectivas juventudes. Y entendiendo que, según el Gobierno, no es un concilio únicamente religioso sino social, yo también convocaría a las jóvenes amas de casa de todo el mundo para dilucidar en los Madriles si definitivamente es mejor hacer la tortilla de patatas con aceite de girasol o de oliva o si, cuando tenemos la regla es conveniente o no hacer mayonesa casera a riesgo de que se corte... Al menos con ellas algo aprenderemos. Por si las moscas, iré recopilando el repertorio de canciones adecuadas para ese místico momento.

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