03 abril 2012

¿Qué nos jugamos a que Urdaci reaparece en TVE?

Dicen por ahí que la famosa niña de Rajoy, esa que era una santa, se ha hecho puta. Sí, lo sé, es duro de asumir, sobre todo teniendo en cuanta que la pequeña cayó en desgracia a raíz de las medidas tomadas por quien en 2008, con un convencimiento a prueba de dudas, declaraba que solo velaba por el bienestar de nuestras futuras generaciones (¿habrá próximas generaciones?) y el de esta frágil y dulce criatura. Bueno, ya no es tan dulce ni fragil, tuvo que dejar sus estudios por el cierre de su instituto por recortes en el personal. Se cargaron a todos los maestros y las escuelas privadas ya no conciertan nada con las públicas. La peque se ha marchado a ejercer a Alemania porque allí, gracias a Frau Merkel, una Angel(a) opinan los germanos, se vive mejor. Aquí en Madrid, por el contrario, la familia de la cría está hecha polvo, pero cuando pueden, porque consiguen desconectar del agobio y pensar en otra cosa que no sea el suicidio, la echan de menos. Sin las Ayudas de Dependencia, su padre requiere los cuidados contínuos de su madre que, a su vez, ha tenido que renunciar a horas de limpieza en casa de particulares para poder atenderle. La pobre mujer, por las noches y con apenas tiempo para ducharse, se pasea entre las chicas de Montera para ver si consigue un dinerillo extra que evite el deshaucio de la familia. Su hijo mayor, que está a punto de cumplir los 30 años, está temblando porque ha agotado su contrato número 16 como becario y sabe que ya no es tan joven como para conseguir un primer empleo. El chaval sufre especulando cómo se apañará sin los 450€ que le daban al mes (y es el que más gana de su grupo, por antigüedad). Siempre podrá pedir en el Metro, convertirse en chorizo, chapero o secuestrador... Pero hay overbooking en todas estas ocupaciones y apenas quedan víctimas (todos somos indigentes o malechores). Hay quien nace estrellado...
Y otros con estrellas. Por ejemplo, todos nuestros ex presidentes, sin mover un dedo y sin la necesidad de renunciar a otros chanchullos, siguen cobrando sus sueldos gracias al dinero que los demás aportamos (¡somos tan generosos!). Otro gallo cantaría si, tal como sugiere Gaby, mi vecina, a los jefes de Gobierno se les pagara un fijo mínimo de 600€ (porque seguimos siendo generosos) y luego se les añadieran comisiones por las gestiones bien hechas y los beneficios para el país. Los hubiéramos despedido a todos por inútiles antes de llegar a los 100 días como Mariano, el escondido. Y para mayores, les pagaríamos sólo 20 días por año trabajado... ¿Quién les pudiera echar sin previo aviso a ellos también?
A mi no me interesa que nadie me adoctrine sobre mi noción del Bien y del Mal, ni Europa, ni la Educación Cristiana, ni ayudar a la Iglesia con mi dinero, ni las Olimpiadas en Madrid, ni que las mujeres que no quieran abortar llenen su vida de hijos (y sí que las que quieran puedan hacerlo con tranquilidad y la garantía que no les meterán una aguja de tejer), que PP se case con PePe o Pepi o Maripili con Lola o Lolo (que todos sean felices y coman perdices)... Nadie será más hombre o más mujer por lo que haga (querido Gallardón), en todo caso serán buenas o malas personas. Tampoco me hace ilusión ver a la señora Cospedal chupando cámara (y sueldos) por tres trabajos diferentes, ni que los Sindicatos ni el PSOE se apropien de mis reivindicaciones. Uno de mis anhelos es que los ejecutivos que trabajan para nosotros en el Ejecutivo, no dilapiden mi dinero haciendo videos promocionales descabellados para explicarnos los efectos benéficos de sus latigazos sociales o en los cuadros de algunos personajes que, personalmente no tengo para qué recordar. Pido mucho, pretendo que mi banco no engorde mientras yo me quedo en los huesos, no me acorrale con el beneplácito de la Ley ("No llores por mi Argentina...") ni me prive de mi dinero, poder seguir viviendo en mi casa, pagar mis alimentos, que no me corten la luz o el agua (en cualquier momento privatizada y a precio de solomillo masajeado), no temblar ante el mínimo patinazo en el trabajo por la eterna incertidumbre de una patada en el culete –también con el visto bueno de las leyes– y sobre todo: que no intenten decirme cómo pensar. Quiero leer los periódicos sin amargarme, estar tranquila, ser feliz y que el Gobierno de España no sea un problema más en mi life... Más bien una solución.
¿Qué nos jugamos a que dentro de nada volvemos a ver a Urdaci en TVE?


Ofertas y demandas en Lavapiés