24 marzo 2006

Yo acuso: Ciegos, sordos ¡pero jamás mudos!

Ya no soy la que era, pero sigo siendo yo... ¿Se entiende? A esta altura de mi life, y porque a lo largo del camino he aprendido que cada minuto es un diamante, lo único por lo que me esfuerzo es por ser sincera y leal a mi misma. Soy honesta conmigo y, muy a pesar de ellos, con los demás. Todo esto viene a cuento porque desde hace bastante tiempo creo que la sociedad y yo (salvo algunas excepciones) no circulamos por las mismas vías. Río cuando alguien se autodenomina como "persona normal". ¿Quién es el arbitro capacitado para marcar la frontera entre la normalidad y lo que deja de serlo? El colmo: llevo tiempo traumatizada porque que algo tan trascendental como que Paris Hilton se ha meado en el asiento trasero de un taxi es noticia y ocupa un espacio considerable en tabloides, la tele y otros medios de difamación internacionales. Lo dicho, la sociedad y yo no circulamos por las mismas vías. Otro ejemplo: en mi barrio hay un violador "especializado" en adolescentes. Las niñas, por miedo, pudor o lo que sea, no han hecho las denuncias pertinentes. No obstante, alguien anónimo bien intencionado, se ha tomado la molestia de colgar en todas las farolas y paredes de la zona, carteles impresos advirtiendo de la amenaza e incitando a los vecinos a denunciar cualquier cosa extraña que vean. Las barrenderas y barrenderos -que puede que tengan hijas de 15 años- se han dedicado cuidadosamente a quitar esas advertencias porque el Ayuntamiento de Madrid (que se merece todo un blog dedicado a sus proezas) les multa si no limpian bien y quitan todos los papeles que estén pegados por ahí. Puedo imaginar al violador declarando (en el mismo periódico que podría haber publicado en portada lo de la meada de Paris) "Sí: ¡Estoy feliz de la vida! me han ahorrado el trabajo de hacer horas extras, tras una agotadora violación, para protegerme". Los malos malísimos de ETA han dado la "capucha" (su cara sigue oculta) y anuncian que "permanentemente" (a mi me gusta más la palabra definitivamente) van a ahorrar municiones y explosivos para hablar con el Gobierno Vasco. Todos y todas las instituciones se ponen las botas y comienzan a opinar y exigir. Creo que ninguno se ha dedicado a ESCUCHAR lo que decían los terroristas, que de momento no nos han prometido ningún jardín de rosas. A mi modo de ver, sólo están ofreciendo un paréntesis al País Vasco para, en el mejor de los casos, negociar con ellos al tiempo que ningunean no sólo al Gobierno Central, sino al francés y a todos los que creen que se están dirigiendo a ellos. Entre vascos anda el juego y, según parece, no han convidado a nadie más para esta partida. No obstante, y en plan loritos, todos quieren tomar la palabra y sentirse piezas fundamentales e importantes (que seguramente lo son) en la nueva puesta en escena, aparentemente un prólogo que no una resolución. Podría hablar del paro en el que se van a quedar muchos, en la pérdida de los zapatos de cristal de unas cuantas Cenicientas y de la poca trascendencia que tendría la enérgica postura de unos cuantos. Si digo lo que pienso se tergiversaría mi opinión. Yo, ante el comunicado de ETA, aún no echaría cohetes al vuelo porque en el fondo, lo que los terroristas están intentando demostrar es que pese a su "buena voluntad", el resto son de mucho "bla, bla, bla" y pocas nueces. Prefiero seguir atormentándome con el pipí de Paris Hilton, si bien es absurdo, me resulta menos nauseabundo que la declaración de principios y reivindicaciones de los muchos que podrían haber cerrado el piquito, permitiendo que el tema discurriera sin esa enferma ansia de protagonismo. Me siguen encantando los tres monos sabios.

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