14 julio 2020

No voy a hablar de...


No voy a hablar mal de la Familia Real porque ellos lo hacen solitos y sin apuntador. No voy a hablar de reyes eméritos -con trabajos extra como lavanderos o comisionistas, entre otros- o de sus sucesores. Estos últimos, que en plena crisis mundial multidisciplinar y con el bicho suelto, estrenan un coche de unos 550.000 euros. El vehículo es un búnker sobre ruedas, con protección antibalas, antibombas, anti Covid19 y, afortunadamente, con aire acondicionado -¡No me vayan a pasar calor!, pobrecitos, con la que (les) está cayendo-. Tranquilidad, no lo han pagado ellos, lo hemos pagado nosotros a través de Hacienda (que somos todos... o casi todos), que lo adquirió en 2019 para el Parque Móvil del Estado y de "forma preferente” al servicio de la Casa Real (según el BOE del 19/11/2019). Pero como decía, no me voy a meter en líos hablando de la Corona o del gasto que la Institución supone a la sociedad española, incluyendo a quienes se han quedado sin casa, sin trabajo, sin comida, sin ahorros y un sinfín de "sin", hasta llegar a sin vida. No lo haré, porque no quiero parecer una cotilla deslenguada hablando de los trapos sucios de otros: un clan muy machacado por sus riñas entre hermanos, yernos, nueras, suegras, suegros, amantes, ex amantes despechadas o no tanto y el resto de los personajes (siempre con pasta gansa) que podrían ser los protagonistas de un culebrón venezolano (con permiso de Maduro que recurre a otros guionistas).

Antes los reyes vivían a cuerpo de rey porque curraban: planificaban guerras y encabezaban a sus ejércitos, colonizaban países, abusaban de sus vasallos y de las señoras de sus vasallos, explotaban a sus súbditos, firmaban alianzas insostenibles, asolaban poblaciones, eran injustos a conciencia porque mandaban y, sobre todo, podían... En fin, tenían una vida repleta de estímulos "profesionales". Ahora, parecen mimos de la Plaza Mayor, que solo se mueven si se les pide... Eso sí, la propina es potente. Y claro, a falta de las emociones, los éxitos, fracasos y despotismo de sus épocas de gloria, se aburren, no les gusta su vida soporífera y quieren más. Y pasa lo que pasa: aparece la diosa Mezquindad y comienzan a rendirle culto.

 

Lo que sí digo, es que la sangre azul no existe -ahora es suficiente con que esté libre de bichos, bacterias y demás temitas non gratos- y que ser miembro de "La Casa" es de esa profesiones que salen a cuenta y tienen mucho cuento. Los Reyes Magos sirven para lo mismo, además nos traen regalos, pero nos cuestan mucho más baratos.

 


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