Al mismo tiempo, otro chucho menos maltratado, pero muy faldero en todos los sentidos (equivocados), también entró en mi vida. Mariano Rajoy. En este caso, yo no lo había escogido y en realidad, entre todos los perros del mundo (sin querer ofender a los canes) jamás me hubiera fijado en él, nunca lo hubiera adoptado. Al igual que Humberto, éste también comenzó a destrozar todo lo que pillaba y no hablo solo sobre la Educación, la Sanidad, el Bienestar o la libertad de ser como se te canta respetando a los demás, sino que arrasó con todos los estandartes que mantienen "sana" una sociedad: el respeto y la credibilidad en el Gobierno (y el resto de los políticos) de un país.
A diferencia de lo que hizo Humberto, ya que compré nuevos sofás, gafas y zapatos (entre las miles de cosas que tuve que reponer) lo que Rajoy ha despedazado, llevará años restablecerlo. Y en contra de lo que ocurre con mi cachorro, que siendo un animal sin razonamiento demuestra mucha más vergüenza que él, a Rajoy no podemos educarle, no hay vacuna, bozal o collar de descargas que le haga entrar en razones.
Sí, todos son criaturas de Dios, supongo que este bicho y su caterva de otros semejantes también, pero los fallos de algunos los pagamos todos, y muy caro. Creo que desde la guerra civil no se veía una situación tan deseperada para tanta gente. ¡Qué pena!
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