28 agosto 2009

Dear Coco...

El otro día, durante una presentación de la nueva temporada, me enamoré de unas gafas  de sol de Chanel, que sólo costaban unos 200 tantos euros. Para ser de la firma francesa, teniendo en cuenta la alta cotización de sus prendas, eran una bicoca, pensé. De todos modos, yo no tenía dinero para gastarme esa pasta ni en gafas ni en ninguna otra cosa. Eso es lo bueno de ser constante y linealmente pobre: las crisis no te afectan, ya que no necesitas comprar todo lo que no has necesitado comprar nunca. No me considero una buena consumidora. Todo lo que cueste más de 10€ (que en los mercadillos de los gitanos, cunden como el detergente Fairy) me parece un exceso. Y héte aquí, que en ellos, suelen tener unas auténticas gafas falsas de todas las marcas que se te ocurran. Las que me gustaban costaban 23€ ¡Menudos chorizos! Claro, no las compré, pero si lo hubiera hecho ¿Qué?

Hablemos del morbo consumista, de lo que sientes (“¡Soy lo más!” “Llevo unas Chanel” o “Yo puedo y tú no”) y lo que pueden sentir los demás (“¡Que guapa!”, “¿Serán auténticas?” “¿Qué habrá hecho la muy zorra para conseguirlas”).

Hay varias posibilidades:

1.- ¿Es la misma sensación lucir unas gafas de Chanel auténticamente falsas, que lucen como las verdaderas?

2.- ¿Es la misma sensación lucir unas gafas de Chanel de las de verdad, que te han regalado?

3.- ¿Es la misma sensación lucir unas maravillosas gafas de Chanel que te has comprado pagando uno sobre otro el dinerito requerido?

Personalmente me quedo con la opción 3, soy hija de la escuela “El que quiera celeste que le cueste”, pero conozco gente que encajaría a la perfección con las otras dos opciones. Dime qué y cómo compras y te diré cuál es tu filosofía de vida…

Dentro de mis limitaciones, intento mentirme lo menos posible, sé que jamás de los jamases –aunque lo lamente mucho–podría haber sido una adicta a Chanel. Para serlo, tendría que haber vivido otra vida, no la mía. Pienso que durante la etapa del desarrollo de la elegancia, en mi crecimiento, yo estaba reflexionando sobre el sentido de la vida, sus contrasentidos y sus sinsentidos, iba de hippie y me volcaba con interés en el personaje. Así que por muchas gafas de sol de 200 y tantos euros que ame, a excepción de sus fascinantes perfumes (Me chifla el Allure), mi idolatrada Coco y yo sólo teníamos en común el tabaco, que ambas hemos abandonado. Ella, por razones obvias, y yo por un desafío a mi voluntad. Ya no hay marcha atrás, ni para el tabaco ni para mi look. Mi way of life es rotundamente Indi (de indigente)...  Cuando los mercadillos de los gitanos se pongan de moda, con un poco de suerte podré lucir las cosas de Chanel, incluso las de Dolce & Gabbana.

11 agosto 2009

Cosas que se pierden, cosas que quedan

Durante el verano, me encanta moverme por Madrid en autobús. Gracias al alcalde,  “Ave Gallardón”, y sus interminables obras encadenadas en la ciudad, la ruta hacia el trabajo nunca es la misma. Así es como cada día, contamino un poco más mis bronquios con el polvo y la contaminación, hago turismo y descubro calles que jamás habría pateado, y observo a una sociedad que deambula, y a duras penas puede quitarse las marcas de sus almohadas de encima. Y hay de todo en este zoo humano, es como si la bestia racional que cada uno lleva dentro aún estuviera dormida, y todos se  movieran por puro instinto animal. En agosto y a las ocho de la mañana, la Puerta del Sol –apenas transitada en relación a otros meses– se aprecia en su amplitud, ¡Qué mal gusto esa especie de hormiga bizarra gigante de cristal! Intuyo que algún cerebro anónimo (o quizá conocido) poco musculado habrá pensado: “Estará a la altura de la pirámide de Leoh Ming Pei en París”. A mi modo de ver las infraestructuras urbanas tienen que superar la prueba del algodón, como el difunto Mr. Proper, que es su proyección de futuro. Ahora mismo esa cosa con alguna clase de pretensión estética es una caca y dudo que deje de serlo a años vista. Los alcaldes suelen tener la costumbre de cargarse las obras de sus predecesores y, con nuevos proyectos absurdos, endeudarnos por siempre y para siempre tanto en nuestra economía como en nuestra salud… Pero hoy yo quiero llegar a la Gran Vía y  su tristeza. No hablo de la crisis y los pequeños comerciantes que han cerrado sus tiendas, sino de los cines de siempre, con sus magnánimos y señoriales edificios que están vallados, en plena vía de reconversión. Tantas bajadas y subidas de películas les ha llevado al destierro. Sus armaduras decoradas, las que han salvado, ¿se enrolarán a los ejercidos de los Mangos, HM, Zaras  que nos uniforman y colonializan? Aunque parezca una paradoja, muchos se han transformado en teatros. ¿Quién lo hubiera dicho en sus comienzos, a finales del XIX? En el XXI el cine muere ¡Viva el teatro!

09 agosto 2009

El traje del emperador

Independientemente de lo más o menos corrupto que sea Camps, o de quién le haya pagado los trajes ¿No es un poco exagerado -en esta época de escasez y especial austeridad-que un president de la Comunitat Valenciana lleve encima unos trapitos de 12.000 euracos? hay otras muchas chaquetas, americanas y pantalones que por apenas 3.000 euritos de na' (¡cuántos deben soñar con tener un sueldo así!) son igual de vestibles... Aunque seguramente no tendrán bolsillos XL a la altura del personaje. La única vez en mi vida (afortunadamente) que me crucé con Francisco Camps, fue hace muchos en ocasión de la presentación del proyecto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, no recuerdo si entonces ya era el president, pero sí que su plastificada sonrisa Colgate era tan cínica y falsa como la de ahora ¿Cuánto le pagarían... Perdón cuánto le costarían los trajes de entonces?

07 agosto 2009

Las mismas cosas ¿siguen siendo las mismas?

Hojeando en la sala de espera del dentista una revista femenina –de esas que se publican sólo para ser hojeadas–, me topé con una entrevista a Charlize Theron en la que la actriz, entre otras cuestiones, comentaba que su registro de personajes es tan variopinto porque le aburre hacer siempre las mismas cosas. Pensé: hacer una nueva película, es hacer otra película, pero sigue siendo hacer una película. Yo todos los días cojo el metro, todos los días llego a mi oficina, todos los días me voy y todos los días etc., etc. Y ninguno de mis días es igual al anterior ni al que vendrá. Entonces llegué a la conclusión que las mismas cosas no son tan las mismas. Ante la duda, decidí recurrir al dios Google que siempre tiene respuesta para todo, pero al igual que ocurre cuando se consulta al oráculo del I Ching, “todo es relativo”, tal como también lo aseguró Einstein, aunque algunos afirmen que su teoría, paradójicamente, aborda los aspectos de la realidad que no cambian en función del que los observe; y otros dicen que el físico alemán jamás soltó esa frase. A lo que íbamos, deambulando por Internet encontré varias frases referidas a mi reflexión que he dividido en las que realmente seguirán siendo las mismas-mismas y las que no. Estáticas “Me parece que si se siguen haciendo las mismas cosas se van a seguir obteniendo los mismos resultados”. (Si a las patatas asadas nunca les echas sal, seguirán resultando sosas). Rajoy defiende seguir haciendo "las mismas cosas, pero mejor”. (No estaría hablando de él,para conseguirlo tendría que ser otro). "Lo que más me impresionó cuando conocí el Opus Dei fue darme cuenta que podía servir a Dios haciendo las mismas cosas de siempre pero dándoles un sentido nuevo”. (¿Sentido?) Supuestamente los fantasmas es gente que murió y está haciendo las mismas cosas que hacían cuando vivían en el mismo sitio. (En este caso sí harán siempre lo mismo. No saldrán de dónde están, no envejecerán, no morirán… Quizá de aburrimiento de no poder eludir aquello de “se mira y no se toca”).
Para tu alegría, sigo haciendo las mismas cosas que cuando tú estabas. (Así que da lo mismo que se haya ido, no hay variables).
Variable (s)… ¡Puaj, sólo una!
“Se innova haciendo las mismas cosas de una forma diferente”. (Cambia los moldes de tu hielera, y los hielos no te saldrán tan cuadrados).

Desde luego, Google no me aclaró las ideas. Volví a Charlize Theron, y sin valorar si eran buenas o malas películas, la recordé en su papel de 2001, en “Dulce Noviembre”, interpretando a una entrañable moribunda; en su personaje nada entrañable de "Monster" de 2004 y en 2008 en el burocrático y de acción de "En el valle de Elah", de 2008. ¡Oh! Pensé.

De pronto en mi cabeza apareció la imagen de Rosa María Mateo, presentadora de informativos desde que tengo memoria (y hace muuuuucho tiempo que la tengo) y la recordé en sus progresivas etapas, su paso por las diferentes cadenas de televisión y su misma manera de contar TODA clase de noticias y… ¡Oh! Pensé.

Vale, una cosa es rutina y otra creatividad para que las mismas cosas nunca sean las mismas.

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