16 junio 2008

A Zaragoza la Expo le queda grande

¿Puede la puerta de un gabinete de acreditaciones para la Prensa recibir a los periodistas de cualquier rincón del mundo con un cubo de la fregona, y las botellas de lejía, y amoníaco a modo de guardias? ¿Puede ese espacio, por el que pasarán los portavoces internacionales de noticias, convertirse en un guardamuebles de trastos viejos que da pena mirar? ¿Pueden los empleados ineptos de ese despacho, no saber cómo enfrentarse a un ordenador o no ser aptos para encontrar una solución alternativa a un profesional de una revista que está allí sólo por un día para informar de la apertura de un gran evento como la Expo y que ha tenido un problema con su acreditación? En Zaragoza sí. Pena, penita pena la imagen tercermundista que da la organización, cuando tiene una oportunidad única para que los ojos del planeta se posen en el acontecimiento que ha puesto en marcha. 
Rodeada de edificios “inventados” por algunas de las firmas más prestigiosas de la arquitectura actual, la Expo da pereza por su nula capacidad de organizar un gran acontecimiento como el que le ha tocado en suerte. ¡Qué decepción! A Zaragoza la Expo le queda grande. Casi nadie en la ciudad sabe ni qué, ni cómo, ni donde. Los taxistas, por ejemplo, aún deben estar buscando dónde le han podido poner la parada para dejar y recoger viajeros. Pero el colmo del paletismo, a modo de perro del hortelano que no come ni deja comer, llegó con la audacia de una (supongo que buena) periodista local, que a fuerza de aburrirse de contar todos los días un poco más de lo mismo, destapó una "gran exclusiva" (ante sus ojos e imagino que ante los de su periódico) frustrando con la publicación de su trabajo la llegada de personajes como Karl Lagerfeld, Donna Karan o Elton John, entre los más populares de una larga lista de personas ilustres. Si hubiera que definir la historia como el enfrentamiento de una David contra una Goliat, no sé muy bien quién sería cuál. Resulta que Zaha Hadid, con motivo de la inauguración de su Puente Pabellón, había organizado una cena “íntima” para sus amigos, sólo unos 200 invitados. Pues bien, la diva de la arquitectura quería un escenario acorde a su prestigio y con tal objetivo organizó el evento en el palacio de la Aljafería, sede de las Cortes de Aragón. Se trata de un monumento protegido, no apto para saraos privados. ¿Qué ocurrió? La sagaz periodista se enteró en casa de la modista (¿dónde mejor?... Tal vez en una peluquería) de una de las invitadas zaragozanas, que el evento en lugar de ser un sencillo cóctel sería una cena de toma y daca a la altura del personaje que lo organizaba. “Eso está muy mal” habrá pensado, “pero qué bien” tengo una exclusiva de cojones”. Feliz de la vida, publicó el rumor y tuvo sus cinco minutos de gloria entre sus vecinos, consiguiendo que la reunión, por imperativo legal se celebrara no en el palacete deseado, sino en el Ayuntamiento. Belloch, admirable. Zaha que había reservado vuelos, hoteles y demás parabienes para su “pandilla”, aceptando las reglas del juego, celebró su fiesta con los maños, paralizó la llegada de sus amiguetes y en su lugar se llevó a todo su equipo al sarao. Ya se sabe, “dime quién eres y sabré que las cosas sólo se hacen a tu manera”. Desde luego sé por una fuente muy cercana a la arquitecta iraquí que no quiere volver a oír hablar de Zaragoza. La capital aragonesa, no pasará a la historia por sus interesantes iniciativas, morirá en la gloria siendo una vulgar capital de provincia. Por una tontería desperdició la ocasión de que personas que dificilmente llegarán a visitar la ciudad, acudieran como un ejército a ella. Y no es que tenga nada a favor de las celebrities, pero allí dónde van arrastran a otro pelótón de fotógrafos y ellos, con sus imágenes promocionan y dan que hablar en todas las revistas del mundo, por ejemplo, de una ciudad como Zaragoza, que no suele salir en los papeles por su glamour y de un evento que debería ser tan puntero como su Expo. Los maños se lo guisan, los maños se lo guisan. Al menos les quedará el Puente Pabellón ¡Una gozada!

2 comentarios:

  1. Anónimo5:17 a. m.

    He leido atentamente el comentario y debo decir que no estoy de acuerdo contigo. Si existen normas que regulan el uso de los espacios públicos ellas deben respetarse, entiendo que el error ha sido de la autoridades al haber autorizado previamente un "sarao" en un lugar no apto para ello, pero no por parte de la periodista que simplemente se limitó a denunciar una autorización no permitida para un espacio público (y me parece que haciendo honor a su tarea). Me parece que lo que distingue a un pais es el respeto por sus normas, sin establecer diferencias entre las personas, ¿por qué motivo esta arquitecta podia utilizar un espacio público y otras personas no?. Creo que la periodista ha cumplido su tarea y los funcionarios se han visto obligados a respetar la ley. Sisu

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  2. Anónimo10:14 a. m.

    CHICA NO TIENES NI PUTA IDEA DE LA CIUDAD NI DEL EVENTO...¿ESTUVISTE EN SEVILLA O EN LISBOA? NO, VERDAD?POR SUERTE UNA AMPLIA MAYORÍA NO PIENSAN CÓMO TÚ O SABEN DE LO QE HABLAN... NO MERECE MÁS COMENTARIOS TU CRÍTICA QUE NO PASARÁ DE TU BLOG.

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