Lo publiqué en El País Semanal en 1999. Todavía hoy sigue siendo uno de mis reportajes favoritos. No tiene desperdicio.

El mundo, al igual que una obra de arte, provoca emociones, reacciones y sentimientos. He decidido que éste sea mi refugio intelectual, para poder compartir con el visitante inesperado, mi manera de ver y entender lo cotidiano, lo mundano y la vida.
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