22 abril 2016

Síntomas de 'abuelez'


Me debo estar haciendo vieja, Es normal, desde que nací, entre otras cosas, no paro de acumular años. Pero no me refiero ni a los achaques, ni a las arrugas, ni al deleite de ir recordando batallitas antidiluvianas (mi disco duro interno está petado y no recuerdo ni lo que hice ayer), sino al ojo crítico con el que observo lo que ocurre a mi alrededor.
Sin llegar al extremo de Jorge Manrique en las Coplas por la muerte de su padre, cuando dice:
"Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando..." (aunque es verdad, todos la vamos a palmar y a veces vivimos sin ser concientes de que tenemos una fecha de caducidad inexorable, no como la de los yogures), sí comienzo a creer en "... Cómo a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor..." y eso, sin dudas es síntoma de una abuelez precoz.
"Si hasta el nombre te hascambiado como ha cambiado tu suerte:
Yo no sos mi Margarita...¡Ahora te llaman Margot!"...
(Hoy debo estar tanguera).

También vienen a mi cabeza algunas estrofas de Cambalache, el tango que Enrique Santos Discépolo escribió en 1934, refiriéndose al entonces covulsivo siglo XX que empezaba a despuntar, que bien podrían acomodarse al insondabable siglo XXI.
Y esto, sin dudas, también es otro síntoma de abuelez precoz.

Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor
Ignorante sabio o chorro
generoso o estafador
Todo es igual
nada es mejor
lo mismo un burro
que un gran profesor...

No hay aplazaos
ni escalafon
los inmorales
nos han igualao ...

Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición
da lo mismo que sea cura
colchonero rey de bastos
caradura o polizón...
 

"Yo voy por los caminos que no sigue nadie y sin embargo soy feliz..." (Canción de Pedro y Pablo)
Pero esta vez no me voy a meter ni con Rajoy, ni Sánchez, ni Iglesias, ni Rivera, ni la Monarquía.
Me refiero a lo desbocada que está la sociedad, la mires por dónde la mires.
Pongamos por ejemplo cualquier telediario (obviando la falta de parcialidad y el exceso de adoctrinamiento de todas las cadenas, sin excepción, que, por ser tan manipuladoras, honestamente dan asquito, incluso las que se acercan a mi modo de pensar). En los deportes aparece Luis Enrique el entrenador del Fútbol Club Barcelona, uno de los equipos más importantes de España. Reconozco que a no ser en raras excepciones, no suelo seguir ningún partido.
Prepotente, maleducado, malhablado y tosco. La 'mala leche' parece ser su seña de identidad.
Pese a que no soy nada futbolera, tengo dos ídolos (bueno, ahora tres con Zidane): Pep Guardiola y Vicente del Bosque. Independientemente de que hicieran mejor o peor sus trabajos, sus modos, su filosofía y su manera de entender el deporte y de rebote la vida (porque es algo inherente a ellos) siempre ha despertado mi admiración. Jamás han perdido los papeles, ni siquiera en los momentos más tormentosos de sus carreras. En cambio el técnico azulgrana es borde, maleducado y hasta tosco en sus gestos. Imagino que debe ser igual incluso cuando está feliz: la mala leche (¿se comerá las uñas?) siempre le acompaña. No me parece apropiado que se congratule de soltar perlas como por ejemplo:"Si no les gusta mi estilo me importa un bledo, por decirlo de manera educada” o "Soy así de gilipollas". Él es un ejemplo a seguir por una enorme cantidad de niños y adolescentes que le ven como héroe, un dios al que desafortunadamente seguro querrán imitar.
Cuidado pequeñajo deja de mirarte el ombligo y compórtate a la altura de lo que te pagan por hacer tu trabajo.

Otro personajillo que yo vetaría en cualquier aparición pública es Rita Maestre a la que tengo el placer de no conocer. Estoy segura de que esta chica en cada segundo que no está meando fuera del tiesto con lo que dice o hace, o posando para una foto intentando disimular con sus manos la papada que aún no tiene, se debe mirar al espejo y cantar (otro tango, lo siento): 

Yo soy la morocha
La más agraciada
La más renombrada
De esta población.
Cada mañana Maestre le debe preguntar a su espejo: "Espejito, espejito dime¿ quién es la más chula que un ocho?"


La portavoz del Ayuntamiento de Madrid es una Luisa Enriqueta a la que no le importa en lo más mínimo que exista gente que no piense como ella. Soberbia creída, chula y macarra, no respeta nada ni a nadie. Como cargo público debería tener la habilidad de no ofender a los sentimientos religiosos de la gente con frases como “¡El Papa no nos deja comernos la almeja!” (y eso que para mi la religión no es 'santo de mi devoción', ja ja) o medir lo que dice (o cómo lo dice) como en el caso de la delegada de Gobierno Cristina Cifuentes a la que acusó de ser "la jefa de los que apaleaban a quienes se manifestaban en Sol". Da igual lo que ella piense, le estamos pagando para que nos represente a TODOS y eso supone mantener las formas. Quizá Maestre no se de cuenta, pero apenas se diferencia de eses individuos de otros partidos, con los que ella no comulga, pero a los que sí crucifica (nunca mejor utilizado) cuando actúan como lo hace ella.

La gente ha olvidado aquello de "No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hagan a ti".




Parece que en nuestra época está mal visto pedir disculpas, decir "lo siento" o reconocer "me equivoqué". Yo particularmente creo que, en primer lugar, es bueno para reconciliarse y ser honesto con uno mismo y luego para limar asperezas y evitar a largo plazo un continuará de momentos conflictivos que podrían haberse evitado con ese sencillo gesto. Pedir perdón no es vergonzoso, ni es señal de debilidad, es humano. Ocurre tanto en la política como cuando el frutero nos vende una pera podrida y se niega a reconocerlo. No hablemos ya de parejas o de amistad.


Vivimos en la época de los "Yo me amo" (aunque casi nadie tenga ni puñetera idea de quién es). Yo me amo porque mis followers (que también se aman) me aman. Por esa imagen que tienen de mí, me iré puliendo, maquillando, customizando y anestesiando, hasta llegar a destacar por ser lo que ellos creen que soy...  y da igual quién quiera que sea yo sin ellos.
Rita Maestre y Luis Enrique, entre una larga lista de personajes que desfilan por los informativos, son dos marionetas de sí mismos que aprovechan esos minutos de protagonismo y gran audiencia en las noticias para montar un show... Pena de espectáculo.
En fin, como iba diciendo, debo ser víctima de un síndromé de abuelez recalcitrante: recuerdo con añoranza aquellos tiempo en los que la palabra RESPETO (por uno mismo y por los demás) era incluso más valiosa que el oro.













































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