23 diciembre 2005

Cuento: Hay tres cosas importantes: el amor, la muerte y las moscas

Ángel cogió de la cómoda las tijeras de su madre. Los moscardones. El incesante zzzz que le invadía en momentos como ese, comenzaba a hacer de las suyas. El niño se revolvía el pelo intentando inútilmente acallar el molesto zumbido. Los moscardones copulan. Se acercó a la cocina, apoyando la oreja en la puerta mientras, como por instinto, abría y cerraba las tijeras. No demostró mayor sorpresa al oír los inquietantes y descontrolados quejidos. Los moscardones copulan durante dos horas seguidas. Una vez más Manuel, el portero, había llamado al timbre a la hora de su merienda. El crío ya estaba acostumbrado a las continuas y socorridas visitas del conserje “siempre dispuesto para lo que haga falta, doña Angelica”, como solía explicar él con una hipócrita sonrisa de lobo feroz dispuesto a zamparse a la inofensiva ovejita. Los moscardones copulan durante dos horas seguidas. Luego desovan en un cuerpo muerto. Precisamente esa tarde, y como recompensa por sus fantásticas notas en matemática, su madre le estaba preparando esas tortitas con mermelada de fresa, que rara vez cocinaba, y que al niño le enloquecían. Zzzzz, el punzante zumbido que no paraba. Ángel, con las tijeras en la mano, empujó la puerta sin especial cautela y los vió. Ellos a él no. Los moscardones copulan durante dos horas seguidas. Luego desovan en un cuerpo muerto. Los huevitos tienen el tamaño de la cabeza de un alfiler. Aún sin ser visto, y sonriendo para sí imaginándose tan invisible como pequeñito, se acercó a la mesa. Su sonrisa se esfumó. Las tortitas estaban carbonizadas y el frasco de mermelada roto en mil pedazos sobre el suelo. Las suelas de sus zapatillas se pegaban a esa pasta pringosa y roja. Zzzzz, el zumbido, cada vez más molesto, no se despegaba de su cabeza. Los moscardones copulan durante dos horas seguidas. Luego desovan en un cuerpo muerto. Los huevitos tienen el tamaño de la cabeza de un alfiler. Ponen 200 huevitos. Su madre, frente a él y apoyada en la pila, gemía con los ojos cerrados. Manuel, o mejor dicho la espalda de Manuel encima de ella, parecía estar martillándola con su cuerpo. Tres moscas comenzaban a revolotear alrededor de los trocitos de cristal cargados de mermelada roja. Los moscardones copulan durante dos horas seguidas. Luego desovan en un cuerpo muerto. Los huevitos tienen el tamaño de la cabeza de un alfiler. Ponen 200 huevitos. Éstos, envueltos en una crisálida, se alimentan del cuerpo muerto. Ángel cogió las tortitas carbonizadas. Poniéndolas unas sobre otras comenzó a recortarlas en forma de pequeños triángulos para luego untar esos trocitos con el dulce esparcido por el suelo. Zzzzzzz, el zumbido de su cabeza se fundía con el de las moscas que coqueteaban con la mermelada. La pareja seguía con sus cosas ajena a su presencia. Los moscardones copulan durante dos horas seguidas. Luego desovan en un cuerpo muerto. Los huevitos tienen el tamaño de la cabeza de un alfiler. Ponen 200 huevitos. Éstos, envueltos en una crisálida, se alimentan del cuerpo muerto. Poco más tarde salen una larvas que se convierten en moscardoncitos. El niño ordenó sus peculiares canapés dulces sobre un plato que colocó sobre la mesa. Luego con las tijeras en la mano se dirigió hacia la pareja. Quizá a medio metro se paró en seco y comenzó a mirar fijamente el rostro de su madre que no tardó más de un segundo en advertir su presencia. “¡Mami, las moscas se están comiendo mi merienda!” protestó fingiendo una suerte de lloriqueo. Doña Angélica, entre sorprendida, desconcertada y horrorizada, sin decir una palabra, sólo atinó a quitarse de encima al portero para buscar como loca las cerillas, encender el fuego y preparar nuevas tortitas para su hijo. En ese mismo momento Manuel, también mudo y muy torpemente, intentaba subirse la cremallera al tiempo que se agachaba para fingir que intentaba arreglar las tuberías de la pila. Ángel, mirando las moscas revoloteando sobre la mermelada, cogió el plato con una mano, sin soltar las tijeras con la otra y se acercó lentamente al hombre, que una vez más estaba de espaldas a él. Los moscardones copulan durante dos horas seguidas. Luego desovan en un cuerpo muerto. Los huevitos tienen el tamaño de la cabeza de un alfiler. Ponen 200 huevitos. Éstos, envueltos en una crisálida, se alimentan del cuerpo muerto. Poco más tarde salen una larvas que se convierten en moscardoncitos y son capaces de comerse una rata. El niño comenzó a repartir los trocitos de tortita con mermelada por la espalda del portero, que ni se giró ni se inmutó pensando que era víctima de los juegos de un crío. Al alzar la mano en la que tenía las tijeras Ángel descubrió con alivio que el zzzz que escuchaba a su alrededor ya no estaba dentro de su cabeza.

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