Cerca del Infierno, en la desembocadura de los malos humores, una sonrisa se había perdido. Funesta confusión. Los rayos y centellas de las expresiones negativas se burlaban de ella intentando que, pese a su resistencia, perdiera la compostura y dejara de perturbar con su optimismo la Tierra del Infortunio. Tristezas, resentimientos y envidias, miraban con desconcierto el espectáculo y el gesto de esa intrusa que les resultaba desconocido. La discordia, que pasaba por ahí, vislumbró su gran oportunidad. El caos comenzó a llover. Debido a las molestas gotas la sonrisa, víctima de irresistibles cosquillas, aumentaba aún más su risueña expresión. Aparecieron entonces los hoyuelos, luego la risa y posteriormente la carcajada. La forastera iba ganando terreno en el país de las desavenencias. Entre otras sensaciones, la melancolía se dio por vencida. Le siguieron la depresión, la apatía y la desilusión que elevando una bandera blanca rescataron desde sus oscuridades el blancor de una dentadura radiante. El fuego del Infierno comenzó a apelmazarse transformándose en una gran bola que crecía sin parar. Pese a sus esfuerzos por extinguirse, no pudo evitar que desde aquel día la desembocadura de todos los malos humores brillara bajo la luz del Sol.
El mundo, al igual que una obra de arte, provoca emociones, reacciones y sentimientos. He decidido que éste sea mi refugio intelectual, para poder compartir con el visitante inesperado, mi manera de ver y entender lo cotidiano, lo mundano y la vida.
24 diciembre 2005
Cuento: "La conquista de una sonrisa desorientada"
Cerca del Infierno, en la desembocadura de los malos humores, una sonrisa se había perdido. Funesta confusión. Los rayos y centellas de las expresiones negativas se burlaban de ella intentando que, pese a su resistencia, perdiera la compostura y dejara de perturbar con su optimismo la Tierra del Infortunio. Tristezas, resentimientos y envidias, miraban con desconcierto el espectáculo y el gesto de esa intrusa que les resultaba desconocido. La discordia, que pasaba por ahí, vislumbró su gran oportunidad. El caos comenzó a llover. Debido a las molestas gotas la sonrisa, víctima de irresistibles cosquillas, aumentaba aún más su risueña expresión. Aparecieron entonces los hoyuelos, luego la risa y posteriormente la carcajada. La forastera iba ganando terreno en el país de las desavenencias. Entre otras sensaciones, la melancolía se dio por vencida. Le siguieron la depresión, la apatía y la desilusión que elevando una bandera blanca rescataron desde sus oscuridades el blancor de una dentadura radiante. El fuego del Infierno comenzó a apelmazarse transformándose en una gran bola que crecía sin parar. Pese a sus esfuerzos por extinguirse, no pudo evitar que desde aquel día la desembocadura de todos los malos humores brillara bajo la luz del Sol.
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Estoy segura que la sonrisa se puso allí a propósito. ME ENCANTO EL CUENTO!!!
ResponderEliminarEs el cuento perfecto para esta epoca del año, cuando necesitamos sentir que realmente el paso de un dia significa la oportunidad de un verdadero cambio y nos da la esperanza de nuevos comienzos y renovado optimismo.
ResponderEliminarHola guapa, y enhorabuena por esta página que es muy guapa aunque sólo he podido echar un vistazo por encima. Este minicuento, en concreto, es encantador. Ando muy liada pero ya te iré leyendo poco a poco. Besos mil.
ResponderEliminarHola guapa, y enhorabuena por esta página que es muy guapa aunque sólo he podido echar un vistazo por encima. Este minicuento, en concreto, es encantador. Ando muy liada pero ya te iré leyendo poco a poco. Besos mil.
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